miércoles, 2 de marzo de 2011

LA PIEDRA


LA PIEDRA


Era muy grande, de tan cerca era imposible verla entera. Sacó de la mochila el celular. En el buzón los lamentos de su madre. Mejor una canción de “Sumo”: “Estoy enamorado de este mundo moderno, estoy enamorado de estas chicas modernas”.
Llegó a la piedra escalando y se sentó a su sombra. No lo sintió como sombra, más bien
 protección. Se durmió al arrullo del saxo de Pettinato. “Soltate con Wellapon, soltate. Soltá tu pelo con Wellapon”. Cuando llegó el agudo de Luca Prodan, despertó “… pienso en ella cuando estoy en la cama. ¿Sabés lo que es? Heroína, Heroína”
La piedra parecía equilibrarse apoyada en un punto pequeño, como si fuera movediza.. Si rodara en la pendiente lo aplastaría, lo encontrarían por fin pero fragmentado.
Aunque destrozado ya estaba. Su cuerpo se rompería pero la piedra no llegaría a inmutarse. Quedaría en otra posición por, tal vez, otros miles de años. Aceptando la luz y la sombra, los vientos podrían modelarla y modificar su forma. Más redondeada. Algunos enamorados dejarían la impronta de su amor: Alberto-Rosa, dentro de un mismo corazón. A lo mejor una intención que nunca se concretaría. Como la de él y Yanina en el eucalipto del Rosedal. Yanina no era, Yanina era Dora. José tampoco. Nadie su verdadero nombre. Ni agenda, ni libretita. Todo de memoria. ¿Garantía?
Ninguna. A Enrique le arrancaron de su memoria los nombres y los teléfonos. Pensó que habló por cable, no por la televisión, por cable eléctrico. Él hubiera hecho lo mismo, era más cobarde que Enrique. Su madre le quemó los papeles y enterró los libros. Le preparó la mochila con un botellón de agua. De sed no se moriría, de hambre sí. ¿Quién lo vendría a buscar? Nadie conocía ese lugar, tampoco la piedra. Oyó, de pronto, ruidos extraños, como de autos, de guijarros del camino saltando. Entonces los vio, eran muchos. Cuando lo protegió la piedra rebotaron pedazos. Cambió su forma sin necesidad del viento. El siguiente en la conciencia. Los demás no lo pudo escuchar. Muchas cosas se acabaron en ese preciso momento. Sólo “Sumo” y el agudo de Luca Prodan: “¿Sabés lo que es? Heroína, heroína” y con su presencia en todos los acontecimientos del universo total: la piedra.

ALBERTO FERNANDEZ

albertofernandez@speedy.com.ar


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