viernes, 11 de marzo de 2011

EL POZO DE LAS COSAS OLVIDADAS

 EL POZO DE LAS COSAS OLVIDADAS

                                                         


Durante la noche hubo baile en el salón del Hotel. Por curiosidad me quedé. La fauna que llegaba hacia la extensa barra era de lo más variada. Todo informal. Ropas, calzado, shorts, remeras. Informal y atrevido. De rigor, el paso previo al alcohol.  Luego la pista donde la música era irreconocible como tal. Las palabras se perdían en los labios. No llegaban a ningún interlocutor. Tampoco tenían interés en recibirlas. Sólo movimientos de cabezas, troncos y extremidades. Fragmentación picasiana de los cuerpos al sólo compás de la batería. Extraños brazos y piernas sin pertenencias individuales. La música devoraba esa materia. El enigma era cuándo y cómo se volverían a construir esos cuerpos perdidos. Entré en esa jungla empujado por el alcohol. Las danzas de los esqueletos me incluyeron. Rocé las carnes más imprudentes e inicié las mismas piruetas. De pronto, una luz de razón o tal vez de instinto animal. Tropecé con ella. Blanca como una nube; sin edad. Su mirada era provocativa. Se clavaba en mis ojos como reclamando algo. Nuestros cuerpos fundidos avanzaron lentamente hacia la periferia. Era menester trazar una apotema imaginaria. Por momentos se desprendía de mí y yo extendía mis manos hasta tocar las suyas llenas de flores para recuperarla. Salimos al aire fresco de la noche y nos besamos. Las palabras muertas en los labios comenzaron lánguidas a recuperarse. Las estrellas bajaron tanto como para tocarlas. Sus luces deslumbraban. Impresionaba que el Universo acabara de nacer.
A la tarde siguiente visité el pobre Museo de la ciudad. Nada importante; algo robado por el gran corso. Pasó a mi lado y se detuvo a observar un friso griego. Yo junto a ella como extraños. Caminó hacia un diminuto Leonardo. Pensé, entonces, que el recuerdo de la pasada noche se había perdido en el pozo de las cosas olvidadas.


                                     ALBERTO FERNANDEZ

  albertofernandez@speedy.com.ar




2 comentarios:

  1. Breve y contundente, metafórico, como todo lo que se te escapa en los papeles. Me alegro de poder leerte nuevamente.

    abrazo, Daniel

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  2. "Impresionaba que el Universo acabara de nacer" Bravo, Alberto.

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