jueves, 16 de junio de 2011

EL SILENCIO

EL SILENCIO
          

Ana decidió: un amor. No dejar pasar por sus labios ni un sonido más. Así comenzó a desentrañar la espesura que cubría su cerebro. Afuera llovía. Era necesario que las gotas la mojaran, que la invadieran. La realidad.  El momento de asociar imágenes: Destino, hombre, amor.
En el andén lo vio bajar del tren. Debía ser él.  Nadie en particular. Sin nombre. Modelado por ella.  Sus anhelos lo forjaron. Vendría de muy lejos. Aspecto soñador, sonrisa franca, ojos limpios, expresivos. Algo no fue imaginado nunca. La guitarra colgada de su hombro. Su pensamiento había recorrido kilómetros esféricos, completos, de pies a cabeza. La guitarra no. Ese detalle.
Poco a poco el andén se deshabitaba. Él siguió su camino sin mirarla. Las palabras de Ana regresaron al lugar de los fracasos. Partió el tren; con él la idea de su existencia. Quedó el abandono. El silencio. Un deseo algún día podrá encarnarse.
                                   ALBERTO FERNANDEZ  

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